Yacíamos ahí, de pronto, sin nada en nuestras mentes, a la expectativa reflexiva de alguna voz que sabíamos no iba a surgir. No nos miramos, era más interesante y menos incomodo mirar a lo lejos con los ojos perdidos buscando un recuerdo, prolongando el tiempo. Sabíamos que se acercaba el momento de descruzar las piernas, enderezar la espalda, abrir una sonrisa y expresar una palabra repetida pero reconfortante que diera pie al desenlace de la fraternal reunión, para luego volver cada uno por donde llegó.
Egos, egos por todas partes
11 years ago
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